Nuestra vida terrenal es frágil y corta ante El Creador eterno, que no padece cambios.
Antes que nacieran las montañas
y apareciera la tierra y el mundo,
tú ya eras Dios y lo eres para siempre,
tú que devuelves al polvo a los mortales,
y les dices, "¡Váyanse hijos de Adán!"
Mil años para ti son como un día,
un ayer, un momento de la noche.
Tú los siembras, cada cual a su turno,
y al amanecer despunta la hierba;
en la mañana viene la flor y se abre
y en la tarde se marchita y se seca.
El tiempo de nuestros años es de setenta,
y de ochenta si somos robustos
La mayoría son de pena y decepción,
transcurren muy pronto y nos llevan volando.
¿Quién conoce tú fuerza
y quién ha sondeado el fondo de tu furor?
Enséñanos lo que valen nuestros días,
para que adquiramos un corazón sensato*.
....
Que la dulzura de Yahvéh nos cubra
y que él confirme la obra de nuestras manos.
Salmo 90
*(Sensatez) Buen juicio, cordura , prudencia o capacidad de sopesar las consecuencias antes de actuar.
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